NotBornVal

Las guerreras trans cyberpunk se joden con su presupuesto pírrico para warhammer

Bueno, tampoco es que se jodan mucho, ni que el presupuesto sea tan pírrico… pero creo que así el título quedaba más llamativo. Con su punto de dramatismo, sin ser clickbait. Con mi estilo, vaya.

Este artículo viene a ser una continuación de 'Guerrera cyberpunk con la ficha a medio hacer', en esta misma página, y saca ciertos contenidos de 'Jugar Warhammer 40.000 es caro', en Espada Negra.

En los términos citados en el primer artículo, me tomé el mes de agosto de vacaciones totales en las que he acabado por pintar una muy exagerada cantidad de miniaturas, ¡y me lo he pasado genial!. Ahora en teoría tengo que empezar a replantearme mi vida, pero se da la circunstancia de que mientras pinto pienso, así que en realidad, a falta de verificar con terceros, tengo mis ideas bastante definidas. Y tal y como era de esperar, las actividades que voy a afrontar, y que gustosamente iré compartiendo por aquí, van a exigir mi tiempo y dedicación. La gran perjudicada, en este sentido, va a ser mi afición a Warhammer.

Ocurre además que ahora mismo esta guerrera trans cyberpunk no está financiada por el sueldo de una multinacional, así que evidentemente todo esto se junta entre sí y da un resultado obvio: voy a gastar menos dinero. Pero no pretendo engañarme, estoy dentro de esa dinámica tóxica de consumo un poco absurdo que envuelve a este tipo de actividad.

Hago aquí un parón para señalar que tengo que ser más comedida en general. Tengo que ser coherente en mis gastos de esgrima, y aunque empiezo a ser una chica trans que sabe gastar poco, sigue costándome más que estar en el armario.

Volviendo al tema del artículo (mi actividad wargamera), nada de esto significa que vaya a dejarlo. No pretendo meterme en el juego competitivo, pero aún espero jugar una partida por semana y acercarme a torneos ocasionalmente. Y si bien no pretendo comprar ni pasarme meses pintando a lo loco, tengo material el reserva que me dará para un tiempo de conversiones muy divertidas, y mis ejércitos están lo bastante poblados como para que no necesite comprar nada.

Pero claro, yo estoy metida en una tónica de consumo un poco desenfrenado. Mi nivel de adicción no es terrible, pero si quiero algo ni me lo pienso: lo compro, lo monto y lo pinto. En este sentido he intentado seguir las leyes de Verion para no arruinarse con Warhammer, que son las siguientes:
  • Nunca te compres nada que no salieras de casa sabiendo que ibas a comprar.

  • Nunca te compres nada el día que pienses en comprarlo.

  • No te compres nada hasta pintar lo anterior.

La tercera regla es problemática, porque te puede llevar no a consumir menos, sino a pintar más, o a que tu cola de pintura te estrese ante un posible cambio de opinión, y esto tiene que ser un hobby, no un estrés, así que de alguna forma exige cierta revisión.

Pero en cualquier caso yo no soy Verion ni tengo unos ingresos enormes. Así que aquí viene la norma de Valeria:
  • Límite de presupuesto de 50 euros mensuales en miniaturas.


Supongo que aquí viene un descargo de responsabilidad para quien sea ajeno a warhammer. Con cincuenta euros al mes no da para demasiado. Para hacernos una idea, el sábado que viene sale la ampliación de miniaturas tiránida. En mi tónica de consumo más alta compraría lo siguiente.
  • Dos emisarios Norn, para tener la variante: 180 €.

  • Nueve piróvoros que imantaría para poder jugar como bióvoros: 360 €.

  • Muerte silenciosa con faldita, tres líctores y al menos un neurolíctor: más de 200 €.

  • Probablemente una caja de termagantes para juguetear con las opciones de armas: 40 €.


  • Total con 15% de descuento: 663 euros. Ahí es nada. Y no he metido ni el codex, ni mucho menos dados de coleccionista. Con mi presupuesto actual no lo tendría ni en un año, y eso si no quiero comprarme nada de los nuevos marines, ni de los caballeros imperiales… ni nada de nada más.

    Y es lo que hay. Toca vivirlo de otra forma, y lo voy a hacer. No me va a resultar tan difícil por una serie de motivos, pero el más importante es que para mí el wargameo ha supuesto una vía de escape de algo de lo que ya no tengo que escapar, porque ya me he ido.

    Peero como he dicho, tampoco tengo intención de dejarlo del todo, sino de vivirlo de otra forma. ¿Y cómo estructuro esto en mi cabeza? Le veo cuatro partes.

    En primer lugar, quiero disfrutar de lo que tengo ya listo. Mi horda de tiránidos es extra divertida en todo tipo de partidas, y tengo muchísimas ganas de desplegar mis caballeros imperiales nuevos con peanas retorcidas. Las posibilidades de mis marines espaciales me parecen en sí mismas muy amplias sin tener que hacerme con ninguna novedad.

    En segundo lugar, voy a dejar listo todo lo que tengo en matrices. Muchas cosas de marines, no tantas de hermanas, cosas variadas de quiosco de death guard, y dreadnoughts chulos de herejía de Horus.

    En tercer lugar, voy a remodelar las peanas de mis caballeros antiguos. Hay mucha diferencia y quiero que todos den una sensación homogénea. Tengo ideas muy retorcidas para esto.

    En cuarto lugar… escenografía. Pero no la oficial de GW (carísima) ni la “monte en diez minutos y a jugar” de torneo (no tan cara, pero cara y fea). Buena escenografía casera artesanal con un coste de materiales ridículo.

    Y más o menos esto es lo que tenía que decir. Hay que decir que los regalos no cuentan para mi máximo, así que si hay por ahí algún lector que esté sobrado de pasta, en noviembre es mi cumpleaños y también el día de la visibilidad trans, dos días estupendos para regalarme, por ejemplo, un líctor personaje con faldita divina.