Una curiosa noticia de exploración submarina
Si yo cumpliera años el veinte de junio, sin duda querría despertarme con una interesante noticia que me impulsara a reflexionar sobre la curiosa naturaleza cyberpunk de la realidad 2M23. En este caso, unos tipos muy meritorios por ser escandalosamente ricos por sus negocios en países árabes construidos únicamente porque son mejores que yo, se van a morir en unas cuantas horas, si es que no están muertos ya, en un submarino que se acercaba a darse un paseo por el pecio del titanic, al precio nada desdeñable de un cuarto de millón de dólares por plaza. Ahí es nada.
No voy a enlazar noticias sobre este asunto porque me parece que los medios no tratan con adecuada sensibilidad la idiosincrasia de estas personas privilegiadas, no por su dinero, sino por toda su enorme grandeza, ni mucho menos su situación… pero si están ahí abajo a varios kilómetros de profundidad, no se podrá gran cosa. Como mucho poner otro submarino delante de la cámara del vehículo y decirles “tranquilos, sabemos que moriréis aquí”.
Porque mucho ojo con la excursioncita. Estos grandes exploradores y emprendedores ni siquiera ven con sus ojos los restos del titanic, sino que lo miran en una pantalla en el interior del vehículo. Eso tras bajar durante cuatro aburridas horas, y luego otras cuatro para subir. Bueno, estas últimas no las van a hacer ya, me da a mí.
Yo no estoy llamada a comprender esta grandeza, porque yo no soy ni de lejos tan importante. Yo aspiro a placeres mucho más sencillos: blandir adecuadamente una espada, correr con el viento en mi pelo, programar un buen videojuego, leer un libro junto al fuego, y publicar otro por fascículos. Con esta mentalidad tan conformista, esta falta de ambición, yo nunca sabré cuál es el placer que estos grandes hombres obtienen de importantes gestas como dejar conducir a un oficial civil y mirar por una pantalla, en el mismo sentido que tampoco veré ese dinero junto.
Puede interpretarse que yo desprecio u odio a las personas ricas. La verdad es que no es así, yo creo que las personas ricas son tan despreciables como cualquiera, pero simplemente tienen más dinero, así que hasta mueren distinto. Con clase, digamos.
Pero yo no creo que haya que entristecerse en un día como este, sino honrar su espíritu aventurero, estarles agradecidos por todos los puestos de trabajo que crearon, y todo eso, y agradecer que este evento fortuito acabe ya con sus vidas, pues obviamente están más que hartos de los placeres más sencillos, y les hace falta este tipo de evento para llenar sus vidas.
Me ocurre un poco como con esos grandes ejemplos de superación que se hacen un selfi en el everest todos los años, que no llegaba ni uno solo si no se lo preparan todo bien los sherpas locales, esquivando cadáveres de anteriores listos (o en algunos casos, moribundos), y haciendo crecer la pila de basura de toneladas de bombonas y otras mierdas. Vamos, que si se mueren, siento menos aflicción que si se me cae el cacao al suelo.
Pero es que además hay algo especialmente glorioso en que unos superexploradores megaempresarios palmen agónicamente al visitar el naufragio más gordo del siglo pasado en el que palmaron agónicamente otro montón de adinerados de su época, y también sus empleados. Solo se superará cuando palme una tercera generación de gente magnífica al ir a visitar los restos del segundo naufragio.
No sé, ojalá fuera mi cumpleaños, consideraría esto un bonito regalo del destino. No todos los días puedo elogiar con orgullo la dedicación al espíritu explorador de mis superiores, disfrutar de buen humor por la red, y ser consciente de lo afortunada que soy de ser poco ambiciosa y conformarme los ya citados placeres sencillos.
Nota complementaria:
Un estimado lector me ha pasado información complementaria delirantemente cyberpunk. El genial aparato tecnológico se manejaba con... un mando logitech de 2005 con un coste de unos 40€. Dentro documentación gráfica.
Yo tenía entendido que era con uno de Xbox, pero bueno, este está debidamente personalizado con unos pinchitos en los mandos analógicos para un control más fino, y que así no pueda pasar nada malo.
No voy a enlazar noticias sobre este asunto porque me parece que los medios no tratan con adecuada sensibilidad la idiosincrasia de estas personas privilegiadas, no por su dinero, sino por toda su enorme grandeza, ni mucho menos su situación… pero si están ahí abajo a varios kilómetros de profundidad, no se podrá gran cosa. Como mucho poner otro submarino delante de la cámara del vehículo y decirles “tranquilos, sabemos que moriréis aquí”.
Porque mucho ojo con la excursioncita. Estos grandes exploradores y emprendedores ni siquiera ven con sus ojos los restos del titanic, sino que lo miran en una pantalla en el interior del vehículo. Eso tras bajar durante cuatro aburridas horas, y luego otras cuatro para subir. Bueno, estas últimas no las van a hacer ya, me da a mí.
Yo no estoy llamada a comprender esta grandeza, porque yo no soy ni de lejos tan importante. Yo aspiro a placeres mucho más sencillos: blandir adecuadamente una espada, correr con el viento en mi pelo, programar un buen videojuego, leer un libro junto al fuego, y publicar otro por fascículos. Con esta mentalidad tan conformista, esta falta de ambición, yo nunca sabré cuál es el placer que estos grandes hombres obtienen de importantes gestas como dejar conducir a un oficial civil y mirar por una pantalla, en el mismo sentido que tampoco veré ese dinero junto.
Puede interpretarse que yo desprecio u odio a las personas ricas. La verdad es que no es así, yo creo que las personas ricas son tan despreciables como cualquiera, pero simplemente tienen más dinero, así que hasta mueren distinto. Con clase, digamos.
Pero yo no creo que haya que entristecerse en un día como este, sino honrar su espíritu aventurero, estarles agradecidos por todos los puestos de trabajo que crearon, y todo eso, y agradecer que este evento fortuito acabe ya con sus vidas, pues obviamente están más que hartos de los placeres más sencillos, y les hace falta este tipo de evento para llenar sus vidas.
Me ocurre un poco como con esos grandes ejemplos de superación que se hacen un selfi en el everest todos los años, que no llegaba ni uno solo si no se lo preparan todo bien los sherpas locales, esquivando cadáveres de anteriores listos (o en algunos casos, moribundos), y haciendo crecer la pila de basura de toneladas de bombonas y otras mierdas. Vamos, que si se mueren, siento menos aflicción que si se me cae el cacao al suelo.
Pero es que además hay algo especialmente glorioso en que unos superexploradores megaempresarios palmen agónicamente al visitar el naufragio más gordo del siglo pasado en el que palmaron agónicamente otro montón de adinerados de su época, y también sus empleados. Solo se superará cuando palme una tercera generación de gente magnífica al ir a visitar los restos del segundo naufragio.
No sé, ojalá fuera mi cumpleaños, consideraría esto un bonito regalo del destino. No todos los días puedo elogiar con orgullo la dedicación al espíritu explorador de mis superiores, disfrutar de buen humor por la red, y ser consciente de lo afortunada que soy de ser poco ambiciosa y conformarme los ya citados placeres sencillos.
Nota complementaria:
Un estimado lector me ha pasado información complementaria delirantemente cyberpunk. El genial aparato tecnológico se manejaba con... un mando logitech de 2005 con un coste de unos 40€. Dentro documentación gráfica.
Yo tenía entendido que era con uno de Xbox, pero bueno, este está debidamente personalizado con unos pinchitos en los mandos analógicos para un control más fino, y que así no pueda pasar nada malo.