NotBornVal

Oh Fortuna

Introducción y motivación



He decidido que me he hartado de no tener religión. O sea, hasta el día de hoy he sido básicamente apateísta por una cuestión práctica: prefiero ocupar mi cerebro cyberpunk con habilidades que sí sean útiles o al menos divertidas, y dejo las cuestiones irrelevantes como la religión para aquellos que sí quieran perder su tiempo.

Pero no se me escapa que no tener religión tiene algunas desventajas claras. No me refiero a no contar con financiación estatal sin sentido (a la que no voy a acceder de ninguna forma) o a ser percibida como una especie de ser amoral por no creer en… bueno, lo que sea (soy amoral, pero no por mi no-religión), y ni siquiera a no contar con una protección legal efectiva como sí tienen los religiosos.

La cuestión es que cuando estás en la puta mierda porque te está comiendo la desgracia, no tienes un salmo con el que distraer la mente. Te toca joderte con tu desgracia viendo el último esperpento de serie salida del cerebro de un guionista cretino sin poder concentrarte en su penosa secuencia, mientras que el otro cabrón de la habitación de terminales está igual de mal que tú, pero se entretiene rezándole a un zombi que le hará un muerto viviente también, o cualquier otra sandez.

Siempre he tonteado con la idea de adscribirme a alguna religión, pero al final nunca lo hago. Para empezar, ¿cómo discernir cuál tiene al dirigente más poderoso? No quiero apuntarme a una fe de loosers por el simple hecho de que sea mayoritaria. Y si bien la mayoría de ellas son gratis, lo son en el mismo sentido que también lo es tu red social favorita, porque te va a cobrar por otro lado. Las religiones paródicas como el estalmanismo o el pastafarismo están bien, pero en sí mismas no cuentan con un elemento puramente sobrenatural con el que burlarte de los herejes de otras religiones.

Descripción formal



Yo encontré la respuesta, y no es broma, cuando estando fatal de mis lesiones y aquejándome de una continuidad de infortunios sin mucho sentido, me fui varios días a meditar en terreno abierto huyendo de la misma civilización. Fui entonces consciente (entre otras cosas) de que podía tener una creencia puramente religiosa que me daba todas las respuestas, incluyendo la de mofarme de otras creencias. He decidido creer en la fortuna, el azar, la suerte, la potra, o incluso la chorra, si nos ponemos muy coloquiales.

Ya desde aquí se ven grandes ventajas. La fortuna está por encima de seres humanos, dioses, átomos y de cualquier cosa en la existencia. Es incontestable, severa e infinita. Le importa un bledo que se le adore o no, pero también es muy divertida y reconfortante cuando te favorece, y te permite jugar a juegos de rol, cartas y wargames.

La adoración más pura o científica se basa en la observación a posteriori, que puede ser más o menos objetiva. Por ejemplo, si eres un blanco varón cuya acomodada familia le provee de buenos recursos y contactos así como una herencia segura, se puede decir que en cierto sentido “has tenido buena suerte”, en oposición, a por ejemplo, una inmigrante de tez llamativa que se contagió de SIDA cuando su padre la prostituía, que sin duda padece de “muy mala fortuna”.

Otros casos son menos objetivos. Todo el mundo coincidirá en que es una mala potra horrible adquirir un cáncer a los cuarenta, pero, ¿cuanto es realmente fruto del azar y cuanto del ambiente derivado de las decisiones vitales del sujeto? Parte de la "gracia" es que en muchos casos no lo sabremos, así que siempre podemos tener cierto alivio patético culpando a la fortuna incluso de casos que son claramente derivados de que somos imbéciles. No pasa nada, a la fortuna le da igual.

Pongamos un caso claro: te mete una paliza el campeón regional de Warhammer. Tú te pones a llorar de que sacaste muchos unos o que no te salió la iniciativa o cualquier otra memez. El tío es el campeón regional y tú solo eres una pardilla que ni siquiera pinta bien, te va ganar noventa y nueve partidas de cada noventa y nueve, pero como no hay un registro fiable del azar, tú puedes decir que has tenido mala suerte, y el otro asiente educadamente esperando a que te calles de una vez para irse a tomar un bocata de mortadela.

Puedes llegar a extremos aún más absurdos, el máximo de los cuales es protestar de tu mala fortuna mientras tienes buena fortuna. Esto es más común de lo que pueda parecer.

Esta vertiente más pura, la que religiosea sobre el azar a posteriori, es la más genuina, pero tenemos una secta supersticiosa que viene a señalar que hechos que aparentemente independientes tienen una conexión entre sí por mecanismos de la fortuna que no podemos comprender (entrelazamiento cuántico, por ejemplo). Los partidarios de esta idea sí son más como creyentes de religiones clásicas y pervierten el sentido del azar intentando manipularlo patéticamente, cuando la fortuna pura y genuina es inmune a tus súplicas. ¡Te jodes!

Pero en realidad todos los creyentes del azar bailamos un poco por la vertiente supersticiosa porque somos débiles humanos, y porque es divertido. Sin ella nuestros rituales tendrían menos gracia y no podríamos aspirar a participar en ciertos debates con los creyentes de otras cosas. En fin, establecido esto, vamos allá con la parte más colorista. El lore de la religión.

Ritos, rituales, símbolos, reliquias, organizaciones, juramentos u otras cosas simpáticas.



No seríamos nadie sin uno o varios rezos. A mí me gusta sacar cualquier extracto de “Carmina Burana” porque a fin de cuentas va de eso y está muy en el inconsciente colectivo gracias a Carl Orff, y aunque el archifamoso “O fortuna” nos provee de hermosas referencias a la divina (mala) suerte, yo prefiero recurrir al segundo movimiento, “Fortune plango vulnera”, en la que el protagonista señala el punto exacto en el que se le acaba la suerte y empieza su desgracia:

“Verum est, quod legitur,
fronte capillata,
sed plerumque seguitur,
ocassio calvata”


Que en mi traducción libre del latín, significa, “Es verdad, está escrito, que la frente debe tener pelo, pero a menudo lo que se sigue es que te quedas puto calvo.

Creo que en general esta obra nos da material de sobra, pero como a la foruna le va a dar igual cómo le rindas homenaje y soy una degenerada jugadora de juegos de azar (rol, cartas y wargames, nada donde haya pasta), he pensado en adaptar y modernizar un rezo conocido por el cine fantástico.

“Fortuna, yo nunca he ganado, no sirvo para ello. Nadie, ni siquiera tú, recordará nuestras partidas, porque ganamos o porque nos juman, no. Lo único que importa es que hoy necesito suerte para mis dados, eso es lo que importa. Fortuna, las jugadoras te agradan, concédeme pues una petición, concédeme la suerte. Y si no me escuchas....¡para ti una polla bien grande!".

Seguro que hay rezos mejores, pero yo por ahora me quedo con estos.

También es muy adecuado contar con hermosas reliquias que acrediten nuestra religión. Obviamente hay iconos muy característicos como el trébol de cuatro hojas, la herradura de caballo, o alguna cosa así, pero tienen respectivamente la característica de baja durabilidad y excesivo peso.

Los tiempos modernos han llevado a que muchos jugadores de rol u otros juegos tengamos dados que destaquen por su hermosura de materiales o por su diseño. Algunos tienen una icono especial en alguna de sus caras, y esto en general es muy aceptable para su uso en los entornos para los que fueron diseñados. Obviamente podemos gastarnos una cantidad arbitrariamente alta de pasta, pero por lo general pueden ser muy asequibles, y eso es importante, ¡no queremos reducir nuestra fortuna!

Yo tengo un cierto “fetiche” con las monedas. Permiten realizar un sorteo binario, que siempre está bien, tienen un componente histórico o quizá romántico, y si no nos metemos en la locura numismática, podemos elegir una razonablemente barata que llevar con nosotros como amuleto chorra sin ninguna importancia.

A mí me gustan en este sentido las monedas que se aproximan a este pseudo estándar de treinta y tres mm y una onza, aunque le tengo cierto aprecio a la de cien dracmas. Unas baratas y que me gustan son las cien pesetas antiguas (pero las de hasta 1982), aunque la que yo llevo encima es una de plata de 1994, con el campechano mataelefantes y la asamblea de corruptos. Tiene un sonido bonito y un significado personal para mí, que no contaré hoy.

Hay quien pensaría que sería positivo contar con alguna representación antropomórfica de la fortuna, y la verdad es que en este sentido no nos falta inspiración si queremos algo así, pues tanto los romanos como los griegos ya la tenían como una deidad (Fortuna y Tique respectivamente).

Yo no creo que aporte gran cosa humanizar el azar, pero dado que tenga que tener una representación orgánica, yo optaría por un monstruo informe con muchos ojos que no apuntan a ninguna dirección en concreto, exo órganos en diverso estado de conservación, probablemente algunas monedas u otros tesoros, y por alguna parte algún átomo radioactivo, como plutonio. No sé, quizá haya que reclutar para la religión a algún artista gráfico.

Creo que no seríamos una religión si no afirmásemos de forma categórica chorradas sobre metafísica. Por ejemplo, ¿existe el alma? Pues claro que sí, pero se asigna al azar, así que algunas personas tienen, y otras no. ¿Hay vida más allá de la muerte? Pues por desgracia, sí. Al morir se tira una moneda, y si tienes mala suerte, te toca otra partida en este juego de mierda. Y así todo. Cuando tienes una moneda, tienes respuesta para todo.

Y en fin, sé que nos faltan muchos elementos para que sea una religión seria, como forzar a personas jóvenes, iniciar guerras, contar con sectas violentas, capitalizar el engaño a los fieles como metodología, y ese tipo de cosas. Pero por ahora tengo bastante para mí, que no necesito ninguna de estas cosas.

Esto es todo por ahora



Yo no necesito demasiado más para la expresión de mi creencia, pero si otras personas quieren unirse a esta religión, podemos unirnos y empezar a “celebrar nuestra fe”, lo que supongo que costará pasta.