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No deberías dejar que te llamen follamiga

Cuando estaba experimentando en mi identidad de género, quedé en una ocasión con un chico que tenía un grupo de rol. Él quería tener sexo conmigo, y yo quería probar a jugar en un grupo de rol que no me hubiera conocido “como hombre”. Como nuestras expectativas estaban muy desalineadas, finalmente me explicó que sin sexo no había rol, y eso fue todo.

Bueno, en realidad no utilizó ni remotamente las palabras que yo he utilizado el párrafo anterior. En sus expresiones comunes aparecía frecuentemente la palabra “follar”. Sirva como introducción o desencadenante, porque este artículo va del uso del lenguaje. Seguiré con un ejemplo que hilaré con graciosa precisión.

Yo utilizo la palabra “coger” cuando tomo algo en una o dos manos, pero muchos hispanohablantes lo utilizan como sinónimo exacto de “follar”. Hasta donde yo se, estos hispanohablantes utilizan “agarrar” para referirse a tomar algo en una mano. No obstante, para mí “agarrar” no es exactamente lo mismo que “coger”, y es donde entra la riqueza de las connotaciones.













NombreConnotaciónEjemplo
CogerCasi ninguna, neutralidadCoge un plato y ponte a la cola.
AgarrarFuerza, quizá falta de consideraciónYo agarro con la tenaza y tú dale con el martillo
Agarra una espada de una vez y haz el ejercicio
SujetarContener en una posición fijaSujeta esto hasta que vuelva
SostenerMantener en el aire con poco o ningún apoyo
EmpuñarAsir con el puño, normalmente por el mangoOjalá pudiera empuñar mi espada en plena calle
PillarVelocidad o displicencia. Adquisición de escaso valorPilla una bolsa de patatas fritas para el camino
RecogerSe aplica sobre algo que ha caído¡Recoge tu puto gorro!
AtraparSe aplica sobre algo que está al vuelo o moviéndose a cierta velocidadA ver si puedes atrapar la pelota


Esto es un ejemplo de ocho conceptos diferentes de la vida habitual de muchas personas que se aplican para “asir” de diferentes formas, y supongo que ilustra el potencial conceptual y comunicativo del lenguaje.

Pero volvamos al término “follar”, y no me refiero a soplar con un fuelle. Reto a cualquiera a que me haga una tabla como la anterior, con ocho acepciones comunes que ilustren las connotaciones específicas que pueden ser necesarias en nuestra comunicación. Yo he tenido que recurrir a construcciones de varias palabras y a anacronismos que nadie usa para llegar a siete.












NombreConnotaciónEjemplo
Tener sexoCasi ninguna, neutralidadMe consta que no han podido tener sexo desde que a él le operaron de fimosis
Echar un polvoBrevedad, quizá incluso prisa. A veces, intensidadEcharon un polvo en el trastero
FollarNo implicarse emocionalmente. Quizá solo actividad lúdicaEn tinder la gente solo quiere follar
Hacer el amorImplicación emocional profundaMi narrativa está floja para ejemplos emocionales, pero esta es fácil.
CopularAplicable casi únicamente a animalesFelix Rodríguez de la Fuente tendría buenos ejemplos
YacerHas visto “shogun” últimamenteEs bueno que un samurai yazca con una mujer antes de una batalla, pero si prefieres un joven, lo podemos arreglar también
MontarCierta socarroneríaLa próxima vez que llegues borracho de madrugada, despiértame antes de montarme


Me resulta muy curioso que sea muy fácil manifestar detalles específicos de una forma de asir con una sola palabra, hasta el extremo de que yo entiendo las diferencias entre sujetar y sostener, pero para una actividad íntima que forma parte de muchísimas cuestiones personales, nos tengamos que someter al excrutinio binario de que todo sea o “follar” o “hacer el amor”. Y bueno, el problema es que en muchos casos nos vamos a limitar a lo primero. Afrontémoslo, amar en el siglo XXI no está muy de moda.

Yo entiendo que existen muchísimas connotaciones no únicamente lineales que se salen del “follar” pero tampoco entran en el terreno de “hacer el amor”. Por citar tres que se me ocurren así por observación, está el acto sexual en el que conoces a esa persona en otra faceta diferente, aquel en el que se reduce el estrés conjunto, y aquel en el que se expresa la confianza mutua. Pueden ocurrir simultáneamente, pero también pueden ser distintos. En cualquier caso para simplemente expresar una oración enunciativa al respecto tenemos que inspirar una gran bocanada de aire.

Hay que tener en cuenta que el lenguaje no se limita a describir la realidad, sino que modela nuestra visión de la misma en tanto que nuestro pensamiento se articule mediante palabras (cosa que yo normalmente no hago, por cierto). Si nuestra capacidad de introducir los conceptos en nuestra mente y memoria está limitada por un lenguaje pobre, nuestra capacidad de explorar nuevas fronteras o incluso negociar mejores condiciones se verá extremadamente limitada.

En este caso me parece especialmente patente por que el acto sexual está muy integrado en diversas estructuras sociales hasta prácticamente convertirse en un bien de consumo. Entre otras cosas, forma parte de la promoción publicitaria de casi cualquier bien no sexual, y está muy integrado en las expectativas de muchas personas por su constante presencia como ficción pornográfica. Tal y como yo lo veo, estos y otros ingredientes forman una macroestructura que es especialmente difícil de derribar porque el lenguaje lo simplifica todo en un único concepto:

FOLLAR.

Y por si no fuera suficiente, esta simplificación se adentra también en el tenebroso terreno de las relaciones emocionales. Ya se ve por donde voy, ¿no? No soy tu novia… pero como tenemos sexo, pues soy tu follamiga.

Y como quien no quiere la cosa, por una muy evidente aplicación de una falacia de falso dilema bien apoyada por un lenguaje pobre, nuestras expectativas relacionales se han visto totalmente domeñadas y nos han convertido en un objeto sexual. Y por la misma aplicación de esos extremos binarios, solo podemos seguir siendo un objeto o dejar la relación. O pasar al noviazgo, si es que el tipo quiere, con todo lo que implique en su concepción clásica. Mucho ojo, que tenemos montones de palabras para referirnos a una prenda que tapa la parte superior del cuerpo, pero para las relaciones personales… amiga, follamiga, novia y ex. Bravo.

Pero mucho ojo, que esta cuestión tan problemática acaba afectando a casi todo el mundo. Convertida ya esta cuestión del acto sexual en un bien de mercado como cualquier otro, legiones de tíos aparecen en muros de carne de aplicaciones. ¿Y qué es lo que ocurre? Que si solo vamos a follar, amigo, tu valor sociosexual es bajo. Un 5% de los tíos acaparará un 95% de las citas, y tú no eres de esos. Fuiste a follar, pero te han jodido. Mejor suerte en otra vida.

Pero volviendo al título y tema central del artículo, no deberías dejar que te llamen follamiga. En el momento en el que lo permitas, habrás consentido con unas expectativas fuertemente implicadas en la sociedad. Habrás dado rienda suelta a que la pornografía sea una brújula que marque la dirección en tus relaciones sexuales, y desde luego habrás perdido la iniciativa. Serás una parte más que sustente la macroestructura, y tendrás que resignarte a lo que tenga para ti.

Quizá me equivoque y esté echando mi vida a perder, pero yo lo veo así. Y mi única respuesta es que le follen a la macroestructura.