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Las guerreras trans cyberpunk se llevan una hostia de su alter ego mejorado

Se da la circunstancia de que ayer acabé el primer arco argumental de Eina, que se cierra en en número cincuenta con un número de palabras superior a 117.000. Para ponerlo en un contexto personal, “El hombre del desierto” tiene unas 110.000. No es que se deba valorar un libro por su tamaño, pero simplemente quiero señalar que ha sido un esfuerzo prolongado en el tiempo.

Por lo que leo en Wattpad, empecé a publicarla el 9 de Junio, pero yo creo que para entonces llevaba un mesecito ya escribiendo ocasionalmente. Aunque a principios de septiembre llevo dos tercios publicados, como digo, ya he acabado todo el primer arco de cincuenta números, que se terminará de publicar, si no hago entregas especiales, a principios de octubre. Por lo tanto, me he estado algo así como cuatro o cinco meses escribiendo.

En ningún caso ha sido una dedicación plena o concienzuda, pues de hecho he tenido semanas y semanas que ni lo he tocado, para luego estarme a lo mejor tres días dedicándole todo el tiempo libre. Pero bueno, me queda autodemostrado que aún sé escribir. ¿Bien o mal? Eso lo dirán los lectores.

En cualquier caso ha sido una experiencia para mí muy distinta. Este concepto de publicar por fascículos una historia que no está completada, y recibir la interacción de aquellos que la leen dota a la narración dota de unas características que yo no había explorado. El estilo ha sido mucho más impulsivo y desenfrenado de lo habitual en mí, incluyendo muchas salidas de tono que se meten peligrosamente en los horizontes del compromiso narrativo razonable en una obra.

Para para mí la característica más importante no ha sido esta, sino el fenómeno de auto proyección en el propio personaje de Eina. El ejercicio, a fin de cuentas, trataba intencionadamente de transmitir mis experiencias e inquietudes en la vida de un personaje que es como yo, pero mucho mejor que yo, y en un universo más divertido. Esto es muy útil para mí, especialmente en los periodos de más enclaustramiento personal en los que la expresión de género no incluye a terceras personas.

Pero yo creo que es complicado que cualquier obra que no sea de encargo no cobre con el tiempo cierta personalidad y un peso funcional relevante. Creo que los que estén leyendo Eina en estos momentos empezarán a ser conscientes de que bajo el poso de chistes de pintalabios, rupturas de la cuarta pared, combates con mechs o espadas, hackeos y otras fantasías, hay una especie de camino común que los va a llevar a un tipo de desenlace.

Y esta situación, que se hace más patente en los últimos números, a mí me ha supuesto una auto exploración en mi identidad de género -aunque se aplica a otras cosas- un poco deprimente. Y no es que sea nada especialmente radical que no supiera de antemano, pero simplemente formalizarlo con profundidad en un texto me ha resultado un poco desagradable.

No sé, quizá luego los lectores lo lean y no sea particularmente relevante. A lo mejor para entonces yo estoy escribiendo Eina 070 con otros paradigmas en la cabeza, pero hoy por hoy me resulta un poco incómodo, y se me junta con otros aspectos de mi vida que tampoco son la panacea.

Mi alter ego mejorado me ha explicado un par de cosas, la verdad, sobre algunas cosas que hay que hacer en esta vida, y sobre todo de lo que no se puede hacer.